Disociarse para poder existir

Hace más de 15 años que hago terapia casi de manera ininterrumpida, pase por muchos enfoques, personas y lugares, y el otro día en una sesión me pude dar cuenta que jamás hablé de veganismo y de todo lo que esto significa para mi.

Entiendo que los motivos son variados. Por un lado,  siempre había algo “más importante” para resolver, o para charlar. O al menos así lo sentía y a su vez generaba todo lo necesario para que eso suceda, hablando siempre de otra cosa.

Aunque muy en el fondo siempre supuse, y creo que he acertado en este asumir, que es muy difícil que alguien comprenda lo que se siente estar de este lado, mirando las cosas desde otro lugar. Y sintiendo como propio el dolor ajeno.

Me pasan dos cosas que quisiera compartir, utilizando como introducción a la frase de Sarah Ahmed diciendo “cuando visibilizas un problema, te convertís en un problema”.

En primer lugar decir que me he encontrado más de una vez (por no decir muchas veces) comentando mi veganismo en espacios considerados seguros como lo puede ser un espacio terapéutico, e inmediatamente del otro lado se devuelve un “yo como poquita carne”, u otras frases como “uy cierto que vos no comes” o “hace mucho que no como carne” y muchas mas por el estilo.

Estas formas de decir desencadenan en mi un un cerramiento del tema. Es decir un “listo, por acá no puedo hablar mas”, ¿por qué? porque si cada vez que mencione el posicionamiento,  voy a encontrarme con una persona que me utilice como un confesionario destilando su “culpa” o intentando entrar en tema colocando lo “un poco bien” que hace las cosas, me retiro de la conversación. No me interesa. Aunque sí me interesaría  que dejen de reducir el posicionamiento ético a tan solo un “temita alimentario”.

A las personas que no comemos animales y a su vez nos duele adentro del cuerpo que eso se haga tan natural y normalmente a nivel masivo, no nos importa qué es lo que haces vos porque en parte ya lo sabemos. Y lo sabemos muy bien.

No estamos acá para que nos usen de confesionario moral. No nos interesa, de verdad. Cada vez que vean a una persona vegana, recuerden esto: sigan con su vida, revisen internamente sus acciones, no hace falta que las digan.

Y en segundo lugar, disociarme me permite existir. Sino sería imposible convivir en este mundo con otras personas, sentarme a mesas, trabajar en equipo, estar en sociedades y agrupaciones, estar dentro de la academia,  etc.

El mundo produce, explota, mata y consume animales. Eso es un dato objetivo. Y las posibilidades de cruzarme con personas que siguen ese patrón son ampliamente mayores.

Disociarme me permite existir, hacer, avanzar, funcionar, y por sobre todo y aunque parezca contradictorio: autocuidarme.

Aunque también, se torna necesaria la integración y gestiono cotidianamente esos tan necesarios espacios, ya  que un estado de disociación constante lleva a un caminito oscuro en detrimento de la salud mental.

La integración sucede con la empatía de mi hogar, con las personas que quiero y es mutuo el respeto, con mis amistades comedoras de plantas, en espacios de militancia donde todxs hablamos el mismo lenguaje y alojamos el mismo sentir, y en soledad donde traigo todos mis sentimientos para curarlos y darles protagonismo. Porque por más que aprendí lo contrario para sobrevivir: sentir me hace sentir viva.

Probalo, no es una trampa.  

Tkm. Nutriló.