¿Qué te motiva para hacer todo lo que haces? 

Una pregunta que me hacen frecuentemente. Y aunque no se muy bien por qué, me puedo llegar a imaginar de dónde viene y desde qué lugar se hace

Yo creo que no estamos acostumbradxs a contactar con personas que realicen constantemente algo por alguien más que no sea por su propio beneficio. Menos aún en las redes sociales. Una red que muchas veces condensa egos, ventas, canjes y “todo lo lindo” que puedas mostrar en la menor cantidad de tiempo posible. 

Nutriloca tiene un gran problema: su constancia. (para mi es mi mejor virtud)  Mi sol en libra ?) busca constantemente la justicia y motivada por la resolución de contradicciones, suele no parar. Pero esto, lejos de romantizarlo, muchas veces constituye un gran problema.

¿Por qué es un problema? porque con el tiempo tuve que aprender lo que significaba el autocuidado. Algo de lo cual sentía mucha culpa, pues culpa de clase. Y siempre lo vi asociado al “cuidate vos, el resto no importa” “si queres, podes” y todas esas frases toxi. Alejarme de ese concepto fue un largo viaje de deconstrucción personal y terapéutico. Unx activista herido no puede activar efectivamente. 

En realidad no es una cuestión de “posibilidad”, ya que se puede pero el tema radica en la efectividad medida en la magnitud del impacto de su mensaje y en sintonía con la coherencia interna que se despliega (AAAAHHH qué oración más larga). Ejemplo: si hablo de un rasgo de la salud y me descuido o “malcuido”, esto sería una contradicción que se vuelve una incoherencia, así que como siempre digo: a resolverla. 

Nutriloca vital, cuestionadora y para adelante como es conocida hoy, no nació sabiendo qué hacer en su ejercicio profesional (bueno, en nada). Mi única parte deconstruida era la alimentación basada en plantas, y hasta ahí no más. Ya que no me metía en los lugares donde no me “debía” meter, porque, ante todo: siempre obediente. Aunque era una mezcla entre obediencia y respeto, disfrazada de sumisión porque básicamente nos enseñaron eso. El resto tardó mucho en venir y en reforzarse. Y más aún en llevarlo a la práctica profesional concreta. 

¿Qué quiero decir con todo esto? La deconstrucción del pesocentrismo, de las mediciones y los indicadores, del hablar del peso ideal, el mencionar a la feminización de las tareas, al autocuidado como una forma más de ejercer culpa y dominio, a las directivas al borde de lo autoritario en cuanto a metas nutricionales, el desarrollo de la empatía real no impostada… entre otras, tardaron en llegar. PERO VALIERON LA ALEGRÍA, porque la pena nunca vale. 

Si bien siempre fueron aspectos que me hicieron mucho ruido, es más fácil seguir en la misma, que hacer un bollito con tu paradigma y aventurarte a la construcción de uno nuevo que contenga todo eso que aún no has ni siquiera cuestionado, por ende mucho menos habitado. 

Yo también he sido educada de manera autoritaria, adultocentrada, desacreditadora, sexista, binaria, especista, patriarcal y odiante: gordoodiante, transodiante, vegeodiante y unos cuantos odios más a lo considerado diferente… Y también era una vigilante de todo lo que se salía de la norma. Porque para qué necesitamos que el sistema nos controle, si esa tarea ya la ejercemos nosotrxs -casi- sin darnos cuenta. 

A mi también me pusieron un bebote en brazos para acunarlo y dedicar mis días a un juego que luego reproduce socialmente las tareas de cuidado, yo también tuve que sentarme en canastita con un vestido y no jugar con autitos, o a no ensuciarme con tierra o a jugar con los muñecos que se tiraban rayos poderosos (aunque por suerte si jugué, pues hermano mayor)

Yo también aprendí a rendir materias con miedo y vivenciando humillación por solo ser una estudiante de nutrición que no sabía nada. Yo también rendí en la universidad (y me paso siendo estudiante de nutrición y luego, ya nutricionista formada y especialista en el tema: en medicina) y tuve que repetir que el vegetarianismo no es apto ni seguro para las etapas de la vida y me hicieron desear que no “me toque” ningún vegetariano en mis consultas (háblame de vegeodio) y que las personas hay que hacerlas bajar de peso, porque así se solucionan todos sus problemas.

Conocer otras formas, y volcarlas en una red social, en los miles de conferencias que he brindado (y sigo haciendo), en los cientos de consultantes que he acompañado (a acompaño) y en la posibilidad de escribir un libro (que en este momento estoy editando), me costó llantos, dinero, tiempo, terapia y por, sobre todo: atravesar mucho miedo y por momentos una profunda soledad. Algo que ha cambiado: porque nos tenemos! 🙂

Obvio que no respondí la pregunta título de este blog jajaja. Pero no pensaba hacerlo, es una pregunta que te dejo para que te la hagas vos.  Nunca es tarde para preguntarse: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? quizás la respuesta nos permita cambiar el rumbo de nuestras acciones.

TKM.

Nutriló.