Mi Rosario.

Mi Rosario. La ciudad en la que nací y vivo.

La ciudad de las largas tardes de calor y humedad en el barrio, y de bombuchas de colores, risas y escondites. De poner la silla afuera en la puerta de casa para tomar aire -abro comillas- fresco -cierro comillas- con mi abuela.

De sentir las chicharras mientras me acostaba en el pasto debajo de los arboles, un sábado a la siesta.

De andar en bici en la calle, y subir rápido a la vereda cuando muy de vez en cuando pasaba un auto. De la primera vez que me sacaron las rueditas y sentí mucho miedo y a la vez libertad, en esa bici amarilla y azul.

La ciudad de barrios donde te llaman por tu nombre cada vez que vas a la almacén. Como olvidar esa tarde que me gane varios “vale otro” de helados de agua de palito. Qué dolor de panza. Recuerdo también los 5 centavos que salía el Jaimito que a escondidas me compraba, porque mi mama no quería que chupe plástico y tome colorante. Hoy la entiendo, ¡no sabes cuanto!

Mi barrio tenía, sin falta, saludos y abrazos de fin de año y deseos de prospero año nuevo de mis vecinos, el cuidarse las casas si alguien se iba de vacaciones. El ir a comer galletitas de la vecina Lita y Ceferino o de Ester, la que curaba el empacho.

Las esquinas fueron guardianas de tímidos abrazos y de mi primer beso. La florida desde temprano en el día de la primavera. El volver caminando del boliche Pancho Villa y pasar por la panadería de Bv Rondeau, capturada por el aroma a pancito casero.

La tarjeta de colectivo para ir al cine cuando “ya sos grande y podes ir al centro”.

El minimarket a la salida del colegio. La cervecita en el bajo mirando el rio ni bien empezaban los primeros calores. Mi novio del barrio. Mi novio en el barrio. La plaza Alberdi y las Santos Dumont o Santos chupón, le decíamos. Vaya a saber por qué jaja.

Correr por la costanera. El lujo de vivir en una ciudad bordeada por el Rio Paraná y de cara a los humedales. La cancha, los clásicos. Mi papa gritando gol, y yo emocionada con la camiseta puesta, cada vez que Central ganaba.

El Renault 12 verde y luego gris oscuro de mi mamá, yéndome a buscar a las 5.30am cuando salía de trabajar de moza.

El bondi y los mas de 8km que hice tantos años en bici, viviendo en el barrio y estudiando y trabajando en el centro.

El monumento, sus escalinatas. Las escaleras del parque España y mis primeros tímidos activismos.

Mis caminatas de hoy con Pipa, Tofu y Krasel. La corneta del churrero, y las aguas danzantes del parque independencia. Mas mosquitos y humedad. Mucha humedad.

Mi infancia, mi adolescencia y mi juventud, y hoy mi adultez son rosarinas.

Rosario hoy me duele más que nunca. Porque cada esquina, cada barrio, cada espacio, así como todo el aire, todo el rio, toda la humedad y el calor, son parte de mi cuerpo. Parte de mi identidad.

No se si existe persona rosarina que sea conocida que no diga una y mil veces (hasta que quede bien claro) que es de Rosario. Porque no todo el mundo vive en Buenos Aires.

Fontanarrosa, Fito Paez, Baglieto. Hasta Messi y el Fideo di Maria. Olmedo, Rozin. Los granados y Pachu. Y me estoy olvidando de muchos más.

Rosario hoy atraviesa una de sus peores momentos, al menos en lo que recuerdo, producto de un largo (larguísimo) proceso de desidia, agravado por la situación actual del contexto sociopolítico argentino. Se que no dije nada con esta oración, porque si bien conozco bien la problemática, no es el fin de este texto.

Analizar la problemática debería ser sumergirnos en la complejidad de todo lo que intervino e interviene para que se respire tanto miedo e incertidumbre. Desearía que quienes lo hacen, difundiendo masivamente en los medios, lo hicieran con este nivel de responsabilidad. Y tener la suficiente conciencia social y critica de que si se reclama por seguridad, se la llene de contenido y no solo de fuerzas o armas.

Rosario necesita ser visibilizada, y merece ser acompañada y atendida.

Porque lo que le pasa, nos pasa.

Porque lo que pasa, te pasa.

Porque lo que te pasa, me pasa.

Mientras me emociono al escribir todo esto, no dejo de planificar la esperanza junto a otros y de seguir con mis proyectos personales, porque por ahora, además de ser Rosarina, todo esto es lo que mejor me sale.

16 comentarios en “Mi Rosario.”

  1. Emocionante hasta las lágrimas. Intento explicarle a mis amigxs y familia que decidieron irse, lo mucho que amo esta ciudad, cada vez que me proponen hacer lo mismo. La felicidad que siento cada día que veo el sol asomarse en el rio Paraná cuando voy a trabajar. Es parte de nuestra identidad. Corre Rosario por mis venas ❤️
    Gracias por tus palabras, y por expresarlas con tanta amorosidad.
    Ojalá las personas responsables lo entiendan algún día.

    PD: Te faltó que es cuna de GRANDES profesionales, como vos. Que siempre aparecen en mis discursos de defensa de la city jaja.

  2. Qué hermoso leerte siempre y aún más hermoso es que nos hayas compartido estás palabras que llegan a lo profundo del Alma 🤍✨ Gracias totales a tu Ser por tu entrega y por visibilizar, una vez más, algo qie nos toca a todos 🙏🏼

  3. Te llamás Rocío. Tu nombre húmedo es mezcla de Rosario y río … tu bella ciudad está en tu ADN. A muchos porteños nos encanta hacernos la escapada a esa ciudad de encanto. Y no lo estamos haciendo por la situación actual. Esto tiene que pasar. Fuerza y esperanza para todos los queridos rosarinos!! ❤️

  4. Tal cual, no importa donde estemos siempre seremos Rosarinas. Que emocionante es leerte. Tan bella Rosario, siempre es lindo volver.

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